martes, 16 de marzo de 2010

PSICOLOGIA TRANSPERSONAL ORGANICA

PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL ORGÁNICA
                                                                      
por: Ma. Eugenia Fernández

La psicología Transpersonal orgánica o integralmente ecológica, tiene por objetivo principal la integración de los aspectos del SER de un modo procesal y dinámico, , actualizando sus potencialidades, obtenido mediante prácticas y encuentros que revitalicen el entramado de la vida en todos sus aspectos.

A través de una ética planetaria, caracterizada entre otros elementos por:

• Confianza en los procesos de autorregulación de los organismos. Aun y justo por que existen sus mecanismos defensivos resultan las posibles adaptaciones y crecimientos de los seres, vínculos y sociedades.

• La facilitación del encuentro con todos los niveles del SER, para RELIGAR con nuestro origen cósmico, para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia. (Porqué no de religar a la Psicología con su origen etimológico, Psique: espíritu-alma-vida-aliento)

• El incremento de las condiciones de libertad, a partir de la justicia social y el mejoramiento de la calidad de vida, y por tanto la superación de las relaciones de poder basadas en la dominación, por otras centradas en la sinergia y el desarrollo del potencial colectivo multidimensional, sostenido y sustentable. 

• El permanente intento de propiciar el latir fluido de la vida con sus ciclos y potencialidades.

• El reconocimiento y la valoración de la interconexión de todos los planos de la existencia y de la especial presencia del hombre en el planeta como único ser capaz de ser consciente de sí mismo, con la consiguiente responsabilidad que conlleva. Conciencia, que llevada a la acción co-crea realidades.


• La necesidad de superar las mentalidades fragmentarias de las ciencias clásicas, y concibiendo al Hombre-Mujer como auténticamente solidarios, propiciando vínculos desde la generosidad y el intercambio justo como medios de vida sustentables física, emocional, mental, social,  y espiritualmente, pero respetando los órdenes y jerarquías anidadas como pertenecientes a otros ordenes mayores que los abarcan..

• Una convivencia solidara, amorosa y humana. Que invita al desarrollo conjunto de las potencialidades que aún no hemos cristalizado. No sólo con el respeto sino también con la búsqueda de la diversidad, ya que sólo a través de ella se crece y se modifican los status quo, se transita transformándolos. 

Aportes y Fundamentos teóricos

El término integral significa integrar, reunir, unir, relacionar, abrazar, pero no en el sentido de uniformar o eliminar las fecundas diferencias, matices y tonalidades que colorean nuestra plural humanidad, sino para llegar a reconocer la unidad-en-la-diversidad y tener así en cuenta tanto los factores comunes que compartimos como las diferencias que nos enriquecen.

Según los planteamientos de E. Morin, la diversidad es parte de la complejidad humana. Lo humano se caracteriza por la diversidad biológica (rasgos anatómicos, morfológicos, fisiológico), la diversidad psicológica (personalidad, carácter, temperamento, afectividad) diversidad cultural (concepciones del mundo, mitos, rituales, leyendas, costumbres, tabúes, alimentación, cantos, artes, creencias, etc.) diversidad social (ricos y pobres, dominantes y dominados, privilegiados y excluidos). Y aún más, encontramos una diversidad más sutil como; forma de pensar (racional, empírico, técnico), capacidades cognitivas (comprensión, incomprensión, pensamiento lógico, analógico, intuitivo), diversidad de teorías y filosofías, de cosmogonías y visiones del mundo, así como diversidad en el nivel de consciencia. Pese a estas diversidades, hay un patrimonio hereditario de la especie que es común a todos los humanos y asegura las características morfológicas, anatómicas, fisiológicas y cerebrales que nos unifican. Sin embargo, cada individuo se reconoce como sujeto singular, lo cual también, paradójicamente, nos es común a todos. 

A pesar de esta singularidad/individualidad que nos es común, hay otros factores de unicidad en la especie humana, como son los rasgos cerebrales, los rasgos lingüísticos, los rasgos de la afectividad, así como nuestra forma “humana” de enfrentar la muerte, ya que “pese a las diferencias culturales de cómo asumirlo, no se puede erradicar la unidad mental angustia/tristeza de los humanos ante la muerte” (Morin, 2006).

Se intenta reconocer los aspectos disociados… desfragmentalizar la realidad, “desvirtuarla” es actualizarla… reconocer ese cuerpo sin órganos del que habla Deleuze, pero no para negarlos, sino para trascenderlos, sabiendo, sintiendo, que solo existen en función de ese todo que no seria nada sin cada parte y que gracias a cada parte es un todo.

En ese sentido las jerarquías pierden su valor tradicional y encuentran uno nuevo mas abarcador y complejo, ese decir de C. Gustav Jung: “la flor desaparece... el rizoma queda” (el padre, la madre mueren... la vida continua…, pero sin padre y madre no habría continuidad, atravesamientos de la vida, funciones no sólo simbólicas sino reales de creación) de ese modo se propicia la elaboración y el desarrollo de las capacidades emergentes y potenciales de la persona. En su inconsciente colectivo ya había una concepción de la interconexión de planos, de manifestación con distintos grados de profundidad y complejidad entrelazadas,como modelo de su inconsciente colectivo...

Arthur Koestler acuñó el término "Holón" para referirse a lo que siendo totalidad en un contexto es simultáneamente parte en otro contexto, y eso es cada ser humano, un todo en si mismo y a la vez parte de un sistema mayor, y luego de otro mas amplio, y otro mas…

Esta integración se basa, ante todo en la recuperación de los contenidos escindidos en la constitución del aparato psíquico… No podemos hablar de psicología sin mencionar ese primer clivaje, ruptura… lo que en un comienzo fue solo somático. ¿Cómo llega a conseguir instancia psíquica aquello que en su origen es pura necesidad somática? ¿Cuál es la “materia prima” fundante del aparato psíquico? el aparato psíquico surge como producto de retención energética en lo somático…orígenes del pensar... elaborar….

Aquí encontramos la sombra… aquellos aspectos del Yo, que no accedieron a la conciencia, por ese miedo básico de muerte, de abandono, de rechazo... de perdida… entonces rechazamos esas pulsiones tendientes a la búsqueda de satisfacción… pero tan cercanos a la vivencia de muerte que necesitan ser ocultados, prohibidos, censurados como propios. También los aspectos "idealizados" que en algún momento no coinciden con nuestra identidad, con la imagen de sí, el constructo tan necesario del ego; ellos van a parar a la sombra.

Luego al reintroyectar, recuperar lo perdido y fragmentado, aquello rechazado… solo así podemos ascender al encuentro de los planos menos densos, mas sutiles, sólo así podemos encontrar y olfatear ese sentimiento oceánico de los místicos, recién desde ahí se puede decir que es transpersonal. Sino, si seguimos rechazando eso “feo”, “malo”, “oscuro” “pedimos asistencia a un aspecto superior de orden mágico y mítico; algo que no está al alcance de mi potencia, seguirá siendo retenido en síntomas, en el lado oscuro del psiquismo, generalmente “el cuerpo”, el cuerpo acción, el cuerpo enfermo, el cuerpo reacción, el cuerpo pensamiento, el cuerpo emoción, el cuerpo del dolor de Tolle.. 

Retomando la pregunta que usamos todos los que trabajamos con la psicocorporalidad, que elabora Spinoza, “¿Quién sabe que puede un cuerpo?

Todos conocemos la mirada cartesiana de la división cuerpo-mente, esta división ha determinado en buena parte, que se sobrevalore el trabajo intelectual y se perciba separado del cuerpo de la persona pensante. Desde una perspectiva superadora actual también existen varias vertientes, por un lado la monista: “Yo soy mi cuerpo” y por otro lado, la transpersonal: “Yo no soy mi cuerpo” (soy mas que eso y junto con eso) Cabría que aclara un poco mas a qué "yo" se refiere. Esta tendencia actual a sobre identificarse o desidentificarse del aspecto somático nos trae al trabajo de reconocer la urgente necesidad de integrar todos los aspectos biopsicosociales y sutiles.



Tradicionalmente se ha vinculado al "yo" con el ego, el concepto-imagen de sí mismo, con sus diferentes categorizaciones dependiendo del abordaje teórico que se realice, en Psic. Transpersonal se introduce  una mirada mas expansiva, al abarcar aspectos mas profundos y a la vez mas elevados, se prefiere diferenciar al "yo" del "Yo".
Este YO, hace referencia al "YO SUPERIOR", al mayor estado de conciencia que se pueda actualizar, el mismo incluye al ego, abarca aspectos ampliados de percepción que no son necesariamente percibidos con los sentidos físicos. Es como si tuviéramos un excelente aparato radial AM y quisiéramos escuchar la frecuencia FM, nuestro cuerpo físico posee sentidos para percibir determinadas frecuencias de onda, otras frecuencias, mas densas y mas sutiles solo se podrán percibir con otro instrumento del SER, la conciencia. Pero la misma es instrumento y objeto, es de un orden superior. Con el trabajo interno se decide voluntariamente ir calibrando estas vivencias para percibir y expandir los alcances conscientes del Ser.

Generalmente se estudia a la salud humana desvinculada de la salud ambiental. El hecho de redescubrir y reincorporar en el ser humano la autoconciencia de Si Mismo (mente-cuerpo), para que reconozca su ambiente interno biopsicosocial, y se identifique como un elemento en interacción constante con un ambiente externo (natural, construido, social) no se ha considerado como relevante para la formación del individuo. El objetivo no es controlar la naturaleza, como ha pretendido la ciencia determinista imperante, sino establecer un diálogo con nuestro entorno. 

En la época actual observamos que el trabajo intelectual como actividad prioritaria para aumentar la productividad y detonar la innovación tecnológica, Se ha perdido toda visión de conjunto de las actividades sociales en que está insertado, no puede ser sino un trabajo enajenado, la enajenación del trabajo intelectual, que no necesariamente significa una mejor calidad de vida para la sociedad.

Algunas de las múltiples consecuencias de esta enajenación que implica la ausencia de percepción de conjunto del si mismo (mente-cuerpo) y de sus vínculos con el ambiente externo son los innumerables desastres ecológicos con las devastadoras influencias en la salud de la población, en algunos casos esto ha servido para traer mas conciencia a determinadas regiones y generar políticas con miradas autosustentable.

A decir de la antropología: “somos biología y biografía”, aquí diríamos que son inseparables las dos “Bois”, esa separatividad o fragmentación es la que ha llevado a tantas disociaciones en la historia de la humanidad, todo lo bio va junto. Es la historicidad, el interjuego de los atravesamientos en lo somático, o lo somáticamente historizado lo que deviene HOMBRE. 

Desde esta perspectiva es desde la cual pretendemos llevar luz a la necesidad de religar el cuerpo, el soma a la psicología, a lo psíquico, a lo vincular, social y trascendente; como algo vivo y orgánico, con funciones específicas, pero interconectadas, inseparables del resto del ser humano multidimensional.

A principio de los años 70, el neurofisiólogo Karl Pribram, investigador del Centro de Estudios Avanzados y de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford (California), elaboró una teoría holográfica del funcionamiento cerebral que permite dar cuenta de algunos hechos establecidos en el mundo de la memoria: el conocido Modelo Holográfico del Cerebro. El concepto de paradigma holográfico comenzó a principios de siglo con el famoso biólogo. Schneider quien, en 1905, sugiriera que la percepción es forma, y la forma percepción, de manera análoga a como nuestro cuerpo es formado según la morfogénesis del embrión.

Aquí cabe traer el enunciado de Keleman en su libro Anatomía Emocional: “… la vida construye las formas las conexiones entre la anatomía y el sentimiento”. El autor describe la configuración de un individuo como una interacción dinámica entre la historia emocional personal y la configuración genética, un proceso continuo en el que las emociones, pensamientos y expresiones están incorporados. La estructura, nuestra forma personal, es lo que ordena los acontecimientos de nuestra existencia cotidiana. Sin anatomía, las emociones no existirían. Los sentimientos son el pegamento que mantiene unida nuestra estructura. La anatomía emocional relaciona la forma con el sentimiento. Una configuración dada puede modificarse por la historia emocional de la persona, las huellas dejadas por el amor y las desilusiones, las agresiones y ataques, los desafíos y el estrés de la existencia. Ilustra cuatro patrones básicos de alteración somática --rígida, densa, hinchada y colapsada--, describe cómo funcionan y proporciona posibilidades de cambio. Los retos de la vida y la respuesta individual frente a ellos, crean la configuración para expresar sentimientos de excitación, asertividad, amor cuidado, sexualidad, etc. estos sentimientos constituyen la base de las relaciones humanas y de la comunidad. Cuando no son expresados o no han encontrado su cauce habla de agresiones a la forma.

Pribram dedujo que la memoria es almacenada en el cerebro como un holograma. Nacía así el modelo holográfico del cerebro. Bohm, con su "variables ocultas'', plantea un orden implícito oculto tras la apariencia ordenada de la realidad. La física, como cuna de la ciencia no sólo está reconociendo la existencia de los sentimientos y emociones sino como patrones de interferencia en la manifestación de la forma.

Estos movimientos, devenires que irrumpen, que hacen cuerpo son los que focalizan nuestro trabajo psicoterapéutico corporal, reconocer y desbloquear esas interferencias para que las “agresiones a la forma”, al si mismo denso puedan fluir y puedan ser atravesadas, como puntos de fuga en el instante del reconocimiento y aceptación.

Fericgla, afirma que el ser humano nace con unas potencialidades que tiene que desarrollar, y considera que es necesario estructurar el propio desarrollo por medio de experiencias que activen esas dimensiones potenciales, para que el individuo se autoactualice. Fericgla acuño el termino Experiencias Activadoras de Estructuras Internas (Exaces) para referirse a experiencias transformadoras y estructurantes que implican el uso de técnicas de modificación y ampliación de la consciencia. 

La física cuántica también atraviesa la cosmovisión de los procesos sociales, el infinito mundo de posibilidades de las partículas elementales es la base de la libertad humana; así lo expresa Alicia Montesdeoca:

“El conocimiento es fruto de la experiencia social, pero nunca se es consciente de todos los acontecimientos simultáneos porque la percepción actúa a modo de barrera. Con la física cuántica, sin embargo, empezamos a entender que la realidad que observamos no tiene fronteras. Sólo existen probabilidades que propician la construcción de nuevas realidades, que se concretan según la voluntad del actor, el cual actúa como “atractor extraño” de dichas posibilidades. Sin embargo, las valoraciones sociales actuales no dejan de responder a la ilusión de que estamos viviendo un progreso lineal. Como consecuencia, se adopta una concepción determinista y trágica del ser humano y de sus funciones sociales. Luego nos sorprendemos de “la desidia y del conformismo existentes”

La unidad social no viene dada por la homogeneización del pensamiento, sino por aquella expresión colectiva que permite que el conocimiento alcanzado sea fruto de la experiencia común, en la que cada sujeto es protagonista y aporta, con sus vivencias, un matiz diferente, con lo que se obtiene una intensidad mayor del color del producto social logrado. 

La pregunta permanente se abre paso a través de las mentes y, en su desarrollo, trata de buscar explicaciones para comprender y a la vez explicar. Este proceso, que es colectivo, siempre, en algún momento, encuentra una forma de salir a la superficie. El vehículo puede ser un individuo o un grupo. En ambos casos, estarán vinculados a la realidad que se conceptúan, y que se sintetizan, y, por lo tanto, son recolectores de los frutos que han sido cultivados en el campo de la mente social. 

El conocimiento es, pues, un producto fruto de la experiencia, gestada y nutrida por todos, aunque no se tenga conciencia de ello, porque, aunque lo pretendamos, nunca se es consciente de todos los acontecimientos simultáneos en los que estamos involucrados. En este contexto, también, hemos de enunciar aspectos que ayuden a encontrar una comprensión mayor, para acabar con la percepción falsa de límites, separaciones, divisiones o fronteras. 

Ken Wilber, en la introducción a su obra “La conciencia sin fronteras” dice: “Es como si nuestra percepción habitual de la realidad no fuera más que una isla insignificante, rodeada por un vasto océano de conciencia, insospechado y sin cartografiar, cuyas olas se estrellan continuamente contra los arrecifes que ha erigido a modo de barreras nuestra percepción cotidiana” . Parte del principio de que existe una unidad de conciencia o identidad suprema, la cual constituye la naturaleza y condición de todos los seres sensibles, pero, paulatinamente, vamos limitando nuestro mundo y nos apartamos de nuestra verdadera naturaleza al establecer fronteras. 

La importancia de esta forma bipolar de divisiones (dualidad: bueno-malo, positivo-negativo) que establecen líneas de conocimiento, “es que siempre tendemos a tratar la demarcación como si fuera real, y después manipulamos los opuestos así creados. Aparentemente, jamás cuestionamos la existencia de la demarcación como tal. Y como creemos que ésta es real, imaginamos tercamente que los opuestos son irreconciliables, algo que está para siempre separado y aparte”.

Con una visión cuántica de la sociedad, haciendo uso de la física cuántica, sin embargo, empezamos a entender que la realidad que observamos ni está dividida, ni es previsible. El universo visto desde la física subatómica no tiene fronteras, ni se puede medir con exactitud cómo va a conducirse. 

Con la enunciación de su principio de incertidumbre, Heisenberg pone de manifiesto el fin del “marco rígido”, el desplome de las viejas demarcaciones establecidas por la física clásica. Admitiendo la incertidumbre se admite, también, la posibilidad de cambio y de construcción de nuevas realidades, se tiene presente la potencia de la realidad, lo contingente. 

Gary Zukav, en La Danza de los Maestros, considerada la mejor obra divulgativa de la física cuántica, dice: “La mecánica cuántica nos enseña que nosotros no estamos separados del resto del mundo, como habíamos creído. La física de las partículas nos enseña que el resto del mundo no es algo que permanece ocioso allá afuera. Por el contrario, es un brillante campo de continua creación, de transformación y, también, de aniquilamiento. Las ideas de la nueva física pueden dar lugar a que se produzcan experiencias extraordinarias cuando son captadas en su totalidad”. 

Si proyectamos filosóficamente las conclusiones de la mecánica cuántica, podemos afirmar que no sólo influimos en nuestra realidad sino que, en cierta medida, la creamos. Es decir, podemos afirmar que materializamos ciertas propiedades en la sociedad porque elegimos medir esas propiedades. 

El acto vital es el acto de participación. Participador es el nuevo concepto incontrovertible ofrecido por la mecánica cuántica. Derrota el término observador, de la teoría clásica, que designa al hombre que está seguro detrás de un grueso cristal protector y observa lo que ocurre a su alrededor sin participar en ello. Esto es algo que no puede hacerse en la mecánica cuántica” 

Desde estas aportaciones teóricas, podemos precisar, con mejor luz, que el objeto social, tomado para el análisis, es causa y efecto de la experiencia individual y colectiva: esta experiencia se va construyendo con cada acción (entendiendo ésta como acto consciente e inconsciente; voluntario e inducido; físico y mental). De esta manera, también podemos percibir que cada presente es una captación instantánea de todos los presentes, el cual interpretamos con los recursos cotidianos de nuestro espacio tiempo. 

En consecuencia, cualquier comunidad, en cualquier presente, es producto de los factores que laten en ese instante, con su propia impronta derivada de los elementos que están interactuando, para la configuración de esa realidad: económica, política, cultural. 

Cada presente está impregnado así de la “información” necesaria para reproducir, en cualquier instante o en cualquier condición, el impulso de la vida con sus ciclos. Desde esta perspectiva, las sociedades se configuran como macro-células de un gran organismo planetario, sujeto a las mismas leyes de la materia cósmica que se encuentra en el universo. 

En primer lugar, el sujeto del conocimiento se siente el “observador de la realidad”. Una realidad que está fuera de sí mismo y a la que puede conocer objetivamente. Sin embargo, según señala en su obra “Languages of the brain” el neurocirujano de S. Kart Pribram, ese ser, en apariencia individual, que se presenta como sujeto porque se siente en ese instante “el observador”, desconoce que su cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico. 

Y es que con la física cuántica aparece también el concepto de realidad como un todo que no se puede fragmentar para ser explicado, tal como ocurre con un holograma. También, la realidad aparece como potencia para la creación, donde se dan, simultáneamente, infinitas posibilidades de formas de expresión, que se concretan según la voluntad del actor, el cual actúa como atractor extraño de dichas posibilidades. 

Para dicha ciencia, cualquier realidad es posible, pero, según sea el “observador-participador” sólo se concreta una: todo es posible y sólo hay una concreción; todo es posible aunque se concrete sólo una expresión. El potencial cuántico depende de las interacciones entre las “partículas” del sistema y el contexto. 

Si proyectamos los principios de la mecánica cuántica al escenario de lo social, podemos concluir que cualquier estructura se sostiene porque no se cuestiona. Las realidades son alimentadas por la rigidez de los pensamientos que se adueñan de nuestra capacidad de conocer, y que, como verdaderas murallas, nos impiden acceder a una comprensión mayor de aquella realidad última que perseguimos, incansablemente, los humanos de todos los tiempos. 

La comprensión de esto nos lleva a observar la realidad a partir de su potencia de creación, no sólo de su concreción temporal, y a mirar, críticamente, la posible arbitrariedad de aquel pensamiento que se sostiene con afán categorizador, porque limita las posibilidades de conocimiento, de creación y de cambio, impidiendo que se despliegue toda aquella otra realidad que no está dentro de su ángulo de focalización. 

Las opciones sociales, nunca fruto de la elección personal sino del discurso con mayor autoridad y prestigio temporal, no suelen ser cuestionadas por las ciencias humanas, que se limitan a relatarlas. Las ciencias humanas, también, quedan atrapadas en ese discurso y en la ilusión evolucionista (lineal), a pesar de los nuevos conocimientos sobre la realidad que provienen, fundamentalmente, de las nuevas ciencias físicas y biológicas. 

Con esta visión funcional, el sujeto parece quedar atrapado por las leyes del sistema y engullido por una enorme sensación del sin sentido. A decir de Wilber, las creencias son como calorías para el alma, no nutren, aquí se percibe claramente el elemento distractor del manejo del sistema de creencias imperante como eje de manipulaciones que nos escinde en lo personal y nos aleja del pulsar vital.

En su origen, ese “aparato psíquico” fundante de la psicología ya hacia mención a la necesidad biológica como pulsar de la vida manifestándose deseo, pulsión de vida o de muerte, satisfecha o no, desviada o retenida, es movimiento en expansión, pulsando rítmicamente, como la tierra como las galaxias, con sus frecuencias…

Somos seres polidimensionales que se encuentran para transformar, dando cabida a los múltiples referentes individuales con un destino común, desde donde emergen y se autoorganizan referentes colectivos con sentido de interdependencia. 

Los seres humanos hemos vivido sumidos en un profundo estado de confusión, de alienación, de desconexión con nosotros y entre nosotros; hemos perdido el vínculo con nuestra condición humana, con nuestra identidad terrenal y cósmica.

Hemos perdido la ética del género humano, el sentido de especie, de comunidad planetaria, y como afirma Morín:

“…nuestros saberes están desunidos, divididos, compartimentados… y las realidades y los problemas a los que nos enfrentamos son cada vez más polidisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales y planetarios” (Morín).

Esta es la fragmentación que vivimos en el mundo de hoy. Una sociedad alejada de la posibilidad de la realización del género humano. Una sociedad que a pesar de todo transita hacia la esperanza. Necesitamos recuperar la condición humana, volver al centro de nuestra esencia, con nuestro doble enraizamiento, cósmico y terrenal.

Reconectarnos con la vida, como entidad polimorfa, animal, racional, poética, económica, lúdica, espiritual. Estamos atrapados por un pensamiento fragmentario y mecanicista, que nos ha separado de la magia de la vida que compartimos con otros seres vivos, con otros seres humanos en este planeta tierra. La dominación y sojuzgamiento de los unos por los otros no nos permite reconocer los vínculos y los lazos que nos unen, en una autonomía dependiente fundamentada en la auto ecoorganización.

Proponemos una psicología que nos invite a conectarnos con nosotros mismos, con nuestra esencia, y así religarnos con todo lo vivo, con todo lo que existe. Desde esta perspectiva, estamos en presencia de un ser humano cada vez más consciente de su vínculo indisoluble, eterno y místico con otros seres humanos, con la naturaleza, con el cosmos. 

Siguiendo a K. Wilber en su lectura de la filosofía perenne, al decir que se ocupa fundamentalmente de las estructuras profundas del encuentro humano con lo Divino y que se manifiestan en todas las religiones, enuncia los siete principios más importantes.

1º- el espíritu existe.
2º- el espíritu está dentro de nosotros.
3º- a pesar de ello, la mayor parte de nosotros vivimos en un mundo de
ignorancia, separación y dualidad, en un estado de caída ilusorio, y no nos
percatamos de ese Espíritu interno.
4º- hay una salida para ese estado de caída, de error o de ilusión; hay un
Camino que conduce a la liberación.
5º- si seguimos ese camino hasta el final llegaremos a un Renacimiento, a
una Liberación Suprema.
6º- esa experiencia marca el final de la ignorancia básica y el sufrimiento.
7º- el final del sufrimiento conduce a una acción social amorosa y compasiva
hacia todos los seres sensibles.


El desenvolvimiento humano funciona como aquella potencia activa que emerge en el ser para administrar la propia vida y sus afectos, a través de los encuentros con otros humanos para 
asumir compromisos con valores vitales y hacer corporalidad con lo que cada existencia tiene como potencia creadora.

A diferencia de la moral que prescribe lo que se debe creer, pensar y hacer sobre un modelo ideal y perfecto del Bien, la ética –diversa y singularmente- convida a creer, pensar y hacer según lo que un cuerpo puede, de acuerdo con la potencia de la naturaleza que lo atraviesa.

Wilhelm Reich trabajó los devenires del cuerpo flexibilizando nuestras corazas, aumentando nuestra capacidad de vibrar y con esto ir disolviendo nuestra rigidez, tolerando más carga energética en el movimiento, volviéndonos más capaces de sentir, contener y expresar nuestras emociones.

Pensar el cuerpo como acciones en la actualidad nos coloca delante de una lucha de fuerzas, en donde el cuerpo ya no es pensado como una unidad, sino como el resultado de las tensiones producidas por estos encuentros, por la expansión de las fuerzas. Fuerzas que, en constante movimiento y lucha, van ganando y perdiendo territorios, haciendo y deshaciendo conexiones

La función de tránsito y de pasaje hace referencia al acto de “hacer pasar”, seres que se van conectando/desconectando en la vida cotidiana desestabilizando figuras ya constituidas y construyendo nuevas formas y nuevos territorios.

El enfoque de la Psicología Transpersonal orgánica propicia un pasaje, que implica propiciar el devenir de un cuerpo (entendemos cuerpo como organismo, como una totalidad en si misma y a la vez co-creando múltiples realidades, puede leerse cuerpo-soma, cuerpo familia, cuerpo-sociedad, cuerpo-Gaia, cuerpo-Cosmos en sus diferentes niveles) para la sustentación del encuentro, de la conciencia permanente que se percibe interna y externamente real, mientras se va construyendo como algo vivo, latiendo. Se aceptan tendencias, inclinaciones, devenires, pero nunca estáticos, rígidos, capaces de ser previstos, aunque científicos, o justamente por ello (por el principio de incertidumbre) están vivos y laten, pulsan, se expanden y contraen, todo puede hacerse cuerpo a cada instante, como organismo vivo y mutante. 

Hasta los preceptos actuales sistémicos en las ciencias sociales incluyen conceptos que antes eran vistos como esotéricos y pertenecientes a lo no científico, la constelaciones sistémicas familiares con la teoría de B. Hellinger acuña la existencia del “alma familiar”, también abarcando “el alma grupal”, “alma nacional”, etc. Escuchando aquello que no se escuchó en algún momento, llevando luz y conciencia, a lo oculto, lo negado, lo rechazado, escuchando el verdadero orden del amor y sus corrientes de vida, se vuelve a formar parte del todo de un modo armónico y expansivo.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta los distintos niveles del desarrollo, de las creencias, ya que en síntesis, la psicología transpersonal se denomina así porque trasciende el ego (persona) integrándolo, no negándolo. Sólo se realiza un verdadero encuentro con los planos sutiles cuando los niveles inferiores están elaborados, defensas, corazas, etc.
1. El nivel prepersonal: es el momento de desarrollo en que los seres humanos aún no tienen conciencia de su mente (bebés pequeños, que todavía no tienen una teoría de la mente)
2. El nivel personal: que se alcanza cuando el niño toma conciencia de que es una persona que piensa, diferente a otros.
3. El nivel transpersonal: el nivel que se alcanza por medio del desarrollo espiritual, y que consiste en trascender la identificación con el cuerpo y la mente, para alcanzar un nivel de conciencia mayor.
Desde cualquier mirada con tenor científico, el crecimiento y autorrealización se alcanza cuando los niveles del ego se trascienden, por lo tanto es imperativo recalcar la diferencia entre la mirada new-age de espiritualizar cualquier experiencia creyendo que es “transpersonal”, cuando en realidad sigue participando de los niveles arcaico, mágico y mítico de la pre-personal; sin la elaboración necesaria que implica una ampliación de conciencia, un trabajo interno de vivencia de ser parte de ese aspecto universal y trascendente, es decir la vivencia transpersonal.

Hayles señala la emergencia espontánea de orden y nuevas estructuras a partir del caos en los sistemas alejados del equilibrio, en el fenómeno de la autoorganización propiamente dicho. 

Fericgla subraya el papel que tienen las intervenciones externas sobre cualquier proceso para transformarlo y la discontinuidad que se produce en las transiciones. Considera que cuando un orden sistémico se ha establecido es necesario un impacto potente para romper con los automatismos y su circularidad, y en esto se pueden sustentar las herramientas psicoterapéuticas que propician la expansión de conciencia, la aceptación de aspectos rechazados y el desarrollo de actitudes y valores infradesarrollados. 

Cuando la persona toma consciencia de sus automatismos, se produce una desestructuración del orden establecido, atravesándose una crisis. Si el proceso resulta adecuado, al final se asciende a un nivel sistémico superior, pero para que se produzca el ascenso de un nivel de consciencia a otro superior se debe atravesar una crisis de crecimiento y el sujeto se encuentra en una situación de “máxima libertad vivencial y expresiva”.

Por otro lado, se considera que el proceso de desarrollo del ser humano se puede representar con la imagen de una evolución en espiral, y explica este proceso evolutivo desde la teoría del caos. Cuando parece que un círculo se va a cerrar y aparentemente se llega al mismo punto que antes, se descubre que en realidad se trata de un punto distinto. El caos da paso al orden que, a su vez, genera nuevas formas de caos, cuya resolución da paso a un nuevo orden más amplio y estable que, de nuevo, abre un periodo de caos, de esta manera se asciende mediante el despliegue de las potencialidades superiores.

Conclusiones 

Lo transpersonal tiene que ver fundamentalmente con la transformación profunda de la persona, que permite pasar de una existencia centrada en el ego a un estado considerado más satisfactorio y valioso. el rasgo distintivo de la transformación espiritual es la emancipación del egocentrismo. Es decir, si la persona no se hace menos egocéntrica, no se puede producir ninguna transformación espiritual o transpersonal. Esta transformación no tiene porque ser agradable, esperada y bienvenida, reflejan una vez más como caos, orden y autoorganización se alternan en las experiencias y procesos de transformación de naturaleza transpersonal: “el hecho de que nuestra estructura egoica estable se vea amenazada por el cambio puede convertir, en ocasiones, a la experiencia transpersonal en algo aterrador y doloroso… (pero) lo cierto es que el concepto de transformación siempre implica, al menos, la promesa de un cambio para mejor” (Daniels). 

Al hablar de seres, de abordajes organizados pero vivos, es importante tener en cuenta la categorización que elabora K. Wilber respecto a los cuerpos (como vivencias del self) escindidos, fragmentados y los reconocidos y conscientes, es decir la típica falacia “pre-trans” la gran diferencia que existe entre los planos preracionales o prepersonales: arcaicos, mágicos y míticos con los transracionales o transpersonales: sutiles, causales y no duales para no caer en el error de elevar experiencias de órden esquizoide desadaptado a vivencias “espirituales”, ni tampoco de ser reduccionistas e interpretar vivencias cumbres o mas elevadas como delirios o alucinaciones. Dado lo anterior, hace imprescindible un adecuado manejo de los conceptos psicopatológicos, de un buen entrenamiento para diagnosticar diferencialmente cuando estamos frente a una crisis espiritual propiamente dicha y cuando seria factible hablar de psicosis.

Desde la Psicología Transpersonal Orgánica, se genera un alto grado de transversalidad con otras corrientes, la multiplicidad busca potencializar los abordajes existentes en un encuentro transdisciplinario que no se limite a una única visión teórica sistemática y exclusiva, ni a una única regulación técnica, dando lugar a distintas herramientas de intervención, esencialmente creativas y productoras de nuevos sentidos.

Es necesario hacer visible la diversidad humana y a la vez la unidad oculta en las diferencias, el desarrollo de un espacio de crecimiento que profundice la unicidad y garantice la diversidad. En este sentido: “Aunque la diversidad humana es visible, la unidad humana ha devenido hoy invisible para las mentes que no conocen más que troceando, separando, catalogando, compartimentando. O también lo que aparece a las mentes abstractas es una unidad abstracta que oculta las diferencias” (Morin)

El hombre, desde épocas remotas ha experimentado la expansión de la conciencia más allá de lo personal, experimentando una conexión con otra realidad más plena e invisible, que le ha permitido intuir el sentido de su existencia, esto implica una revalorización de los conocimientos ancestrales, de cada etnia y grupo social de pertenencia.

Esta visión implica una psicoterapia que facilite el desarrollo del potencial de cada ser individual, de su ser esencial, que promueva la máxima expresión de sus recursos y capacidades, y que a la vez lo conecte afectivamente con sus vínculos ancestrales, con su comunidad, y en especial con el destino común y compartido de la especie, comprometiendo al terapeuta y a l paciente conjuntamente en cada momento del proceso terapéutico al desarrollo y máxima expresión de su potencialidad como contribución con el grupo, de la comunidad y de la humanidad.

Nuestros cuerpos están hechos de las mismas sustancias de las estrellas. No estamos aislados ni separados y nuestra existencia tiene un sentido, porque formamos parte de algo mucho mayor perfectamente organizado y natural, expandiéndose y contrayéndose infinitamente, ascendiendo en una espiral hacia nuevos órdenes, pulsando en la eternidad, donde lo divino se experimenta a si mismo/a a través de la conciencia humana.              

Lic.   Ma. Eugenia Fernández

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